Desde sus primeras coreografías, Martha Graham rehuyó la exuberancia de las producciones de Denishawn y apostó por una sencillez espartana tanto en el vestuario como en la escenografía; su peculiar línea de danza, de movimientos severos y angulosos, causó al principio rechazo, pero su fuerte expresividad le dio pronto adeptos incondicionales. A la vez que creaba sus coreografías, desarrolló diversas técnicas con las que formó a jóvenes bailarines, y que incluían trabajos de tensión y relajación y de armonización de movimiento y respiración.
Sus trabajos de los años veinte y treinta pusieron de manifiesto su actitud contra la injusticia social: Revuelta(Honegger, 1927), Inmigrant (Slavenski, 1928), Cuatro insinceridades (Prokofiev, 1929) y Lamentation (Kodaly, 1930). Mostró también su interés por la tradición india en Primitive Misterys (Horst, 1931), Frenetic Rhythms(1933) American Provincials (Horst, 1934) y Frontier(Horst, 1935). Este último trabajo, de siete minutos de duración y mucho más dramatizado, evocaba la aventura de una campesina americana en el tiempo de los pioneros.
Algunos de sus trabajos posteriores revelaron un claro compromiso político. Dedicó Deep Song (Cowell, 1937) al sufrimiento de la mujer durante la guerra civil española. Su rechazo al nazismo causó su negativa a actuar en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Berlín (1936). En 1937 creó la coreografía American document, una historia condensada de los Estados Unidos que representó en la Casa Blanca, ante el presidente Roosevelt.
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